Hace un año, más o menos, haciendo surfing por internet, una de mis pasiones, encontré un lugar que me encantó. Era un castillo precioso y me enamoré al instante. Pensé, "ahí tengo yo que ir un día". Escribí un post sobre ese lugar, que podéis leer aquí. Sólo podía imaginarme bodas preciosas allí. Y no me gusta mucho escribir sobre cosas que no he probado, porque ya sabemos, que muchas veces las fotos que vemos por internet no son para nada lo que luego nos encontramos. Yo reconozco que nunca me ha pasado, pero aún así no me gusta hablar de lugares en los que no he estado. Y por eso me alegra tanto enseñaros estas fotos y escribir este post. Porque son mis fotos y mi vivencia en ese lugar maravilloso llamado Castillo del Buen Amor.
Aprovechando un viaje a Zamora con mi marido, nos acercamos a pasar un par de días a este lugar y os aseguro que fueron dos días maravillosos. Se encuentra a 20 km. de Salamanca con lo que es ideal para visitar la ciudad, que por cierto es una maravilla, y luego descansar en este castillo del siglo XV, declarado Bien de Interés Cultural desde 1931.
El Castillo de Buen Amor es también conocido como Castillo
Villanueva de Cañedo o Castillo de Fonseca. Fue originariamente una
fortaleza militar y las primeras
informaciones datan del año 1.227 dC, cuando Alfonso IX de León permuta este
lugar, con el caballero santiaguista don Enrique de Sardina por la heredad de
Ortazas en Ciudad Rodrigo. Años más tarde, en 1958, pasó a ser propiedad de la familia Fernández de
Trocóniz, que lo convirtió en un
hotel de cinco estrellas romántico ideal para desconectar, relajarse y vivir
una experiencia única. Aunque eso sí, sin tocar nada de su estructura ya que lo protege la legislación de Patrimonio Histórico.
Habitaciones de piedra, en torreones, abovedadas, con
terraza privada y con muebles totalmente ambientados, hace que pasar una noche
allí se convierta en toda una aventura. Grandes salones majestuosos llenos de
antigüedades con clara influencia mozárabe para leer, tomar un café o mantener
una reunión; un restaurante con la mejor cocina castellana y los mejores vinos
de la zona, una piscina y zona solarium o los jardines y viñedos del entorno,
lo convierten en un lugar súper acogedor para el huésped. Además, cuenta con
todo tipo de servicios royal a disposición de los clientes.
Pero sin duda, sus “niñas bonitas” son la Torre del Homenaje
y el Patio de Armas. Esta fortaleza militar del siglo XI, reconvertida a
casa-palacio en el siglo XV, cuenta con cinco alturas, desde el foso a las
torres, numerosos recovecos y
entreplantas y espacios singulares que respetan la construcción original. Concretamente, la habitación en la que nos alojamos era a
dos alturas, en el antiguo paso de armas y los antiguos graneros. Como veréis en las fotos se trata de una habitación de lujo, aunque todas lo son. Y os lo digo porque gracias a Pilu, la bisnieta del dueño, puede
perderme por todos los recovecos del castillo, entrar en varias estancias, a
cada cual más impresionante y bonita. Tuve la suerte de tener una guía de lo más especial que se deshizo en atenciones conmigo y mi marido. Y no sólo ella, todo el personal del castillo es encantador y servicial a más no poder.
Y ya por si fuera poco, resulta que esta preciosidad de lugar es pet friendly, y aceptan mascotas, así que encima pude
disfrutar de esta experiencia con mi perrita Kira. Para familias con bebés o
niños, amigos, parejitas, solitarios y perritos esta es una opción súper recomendable. Os dejo mis fotos para que os hagáis una idea real. Disfrutadlo. Yo os aseguro que volveré.
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