Hace unos años, en el gym, conocí a una chica y nos hicimos amigas; bueno, amigas de gym porque luego, cuando dejé de ir, nuestra "amistad" también terminó ;-) Se casaba el año siguiente y, después de hacer clases, en el vestuario, yo le solía preguntar por cositas de la boda. Me quedé muerta cuando me contó que su futuro marido le había regalado una operación de aumento de pechos por la boda. En ese momento aluciné, aunque si esa situación volviera a repetirse hoy, ya no reaccionaría así, la verdad.
Todavía me sigo sorprendiendo cuando encuentro a alguien que se agobia cuando le invitan a una boda porque tiene que hacer un regalo a los novios. A nadie se le ocurriría presentarse en una fiesta de cumpleaños o a una comida o cena a la que le han invitado sin un presente para el homenajeado o la anfitriona: un libro, una botella de vino, unos chocolates buenos para el café...
Está claro que una boda es una fiesta a la que te invitan y de igual forma, no te presentarías sin un detalle. Este tema me da para uno de esos posts míos de reflexión porque tengo una opinión muy bien definida al respecto. Prometo que lo voy a escribir claro, directo y muy sincero, como siempre hago. Pero hoy quiero hablaros de algunas alternativas muy originales para regalar a los novios. De todos ellos os he hablado en este blog, los he probado y, por lo tanto, los conozco bien y son 10 recomendaciones con fundamento ;-)
Hace un tiempo, le pregunté a una conocida que se casaba
dónde iban a ir de luna de miel. “A donde se pueda llegar en coche, tren o
barco; mi marido tiene pánico a volar”, me dijo.
Ya no recuerdo la primera vez que cogí un avión. Creo que fue
un Madrid-Barcelona (o al revés) y yo debería tener unos 20 años. Me pilló tarde;
digo tarde porque ahora me subo a un avión y veo bebés de meses. Lo recuerdo
como una experiencia emocionante; ese momento en el que el avión se levantó del
suelo y empezó a subir… recuerdo sentir un cosquilleo en el estómago. Iba
sentada al lado de la ventanilla y me pasé todo el vuelo mirando las nubes,
sintiéndome pequeña e insignificante.