Se nos rompió el amor

By Sonia Marnez - 10:00


De ya no usarlo... Perdóname Rocío; me venía mejor así. Porque después de todo lo visto (no sólo estos días) en los últimos tiempos, ha venido a mí, como una revelación y lo he visto claro, lo he entendido todo. Se nos rompió el amor y ojalá hubiera sido como cantaba Rocío, de tanto usarlo. Pero no.

Nací en Barcelona; comunidad, Cataluña; país, España; continente, Europa; y así en global, vine al Mundo. No viene a una ciudad, ni a una región. Nací y vine al Mundo. Mi madre me trajo aquí. Y, cosas de la vida, el aquí fue Barcelona, un lugar que amo, como también amo Cuenca, como amo Nueva York. Porque uno no ama un trozo de tierra concreto, ni un nombre, ni una bandera, ni una lengua, ni un color. Uno ama aquellos lugares en los que, y valga la redundancia, amó la vida. A la vida y a las personas. Porque, y aquí viene a dónde quería llegar, yo, a parte de barcelonesa, catalana, española, europea... soy PERSONA. Es lo que más me gustaría que pusiera en mi pasaporte. Nacionalidad: Persona.

Últimamente ando algo (bastante) perdida. Me siento desubicada. Triste. Asfixiada. Y, después de mucho observar, leer, escuchar... he entendido, por fin, que, más allá de políticas, territorios, insignias... hay un problema de base, que no es el de que los políticos y gobernantes no hagan bien su trabajo (que también). Sino que hay mucha gente, demasiada, a la que le apetece mucho odiar. Odiar porque sí. No odiar a alguien en concreto, a alguien que conoce, porque le ha causado un mal, un dolor irreparable. No. Odiar porque sí, porque como tengo boca digo todo lo que me salga por ella, sin censura, sin comprensión, sin lógica, sin pensar. Pero que esto, ojo, no es de hoy, ni por una convicción, ni por una ideología. Esto va de otra cosa. Va de que, como ya he dicho alguna vez, cuando bajamos en el ascensor con el vecino no decimos ni 'buenos días'. Cuando alguien nos aguanta una puerta de entrada no decimos 'gracias'. Cuando alguien con muletas entra en el metro no levantamos el culo de nuestro asiento. Cuando un amigo nos pide un favor, estamos ocupados siempre. Y como no estoy acostumbrada, es la verdad, cuando me topo con alguien que sí tiene estos miramientos conmigo, me pongo a llorar. Como una tonta. Qué pena, que porque alguien sea persona, lo que tendría que ser algo normal, yo tenga que emocionarme porque me parece algo extraordinario.

Y a partir de aquí ya podemos divagar, debatir, insultar, golpear... no importa; nada servirá de nada porque el problema está mucho más abajo, mucho más profundo, mucho más primitivo. Estos días me he hartado de escuchar, de ver, de leer auténticas barbaridades de personas contra personas. No de personas contra problemas, ni situaciones, ni injusticias. No. Personas contra personas.

No me gustan los conflictos y eso no significa que sea más o menos comprometida, más o menos buena o mala persona. Predico el 'vive y deja vivir' y me levanto cada día con el único propósito de eso, precisamente, vivir. Vivir tranquila. Vivir de la mejor manera posible. Vivir de la mejor manera que sé y que me dejan. Haciendo esfuerzos y concesiones. Usando la cabeza y el corazón. Mi marido ama el fútbol y yo lo odio, pero nos metemos juntos cada noche en la misma cama. Porque al final, los dos tenemos un mismo objetivo, nuestra vida común. No es fácil. Nada es fácil. Pero a mí me puede la lógica y luego el corazón (el orden de los factores no altera el producto). Y así uno va haciendo, con sus cosas malas, con sus cosas feas, con sus cosas injustas; pero también con sus cosas buenas, e intentando, algunas veces con éxito y otras no, cambiar todo lo del principio de la lista, siempre desde el respeto, la cordialidad, la razón y el corazón.

Mi amiga Elena siempre me dice: "tenemos el mundo que nos merecemos". Y yo, que desde hace algún tiempo me he creado a la fuerza un mundo paralelo, al final tengo que darle la razón. Y lo que me jode, oye. Pero es así, nos lo hemos cargado, entre todos. Os lo habéis cargado. Y no, no, no, no. Aquí cada uno que asuma su culpa porque sí, hay muchos que no lo han hecho bien, que no lo hacen bien, pero uno no puede entrar a jugar a la guerra. Uno no puede pintarse la cara y entonar espada en mano aquello de: "podrán quitarnos la vida; pero nunca nos quitarán la libertad". Que quizás tiene su parte de razón idílica, pero fuera de todo aire tremendista, por favor. Esto es la vida real y las cosas podrían ser mucho más fáciles, mucho más accesibles y mucho más efectivas desde otro punto de vista que no es en absoluto el del odio total y porque sí.

A mi no me manipula nadie. Os lo aseguro. Tengo claro lo que he venido a hacer a este mundo (llámese Barcelona, Madrid, Bilbao o Valencia). Tengo claro que vengo a ser feliz, porque hay cosas malas que a uno le pasan en la vida que no se pueden evitar; pero hay otras que sí. Que hay muchas cosas que no van bien. Por supuesto. Que la solución no es la de liarnos a palos entro todos. También. No caigáis en la trampa.

Yo no quiero ser independiente. Lo bueno que me pase a mí quiero que también le pase a mi prima de Cuenca. Si hay más trabajo, que lo haya para todos; si bajan los impuestos, que bajen para todos; si hay más ayudas, que estén al alcance de todos. ¿Qué idiota soy verdad? Soy una pobre infeliz. Pero me gusta serlo. Vivo mejor así. Y no creo en Dios, pero sí creo en el poder de las personas; y en aquello de que ni todo es blanco, ni todo es negro. Y en lo de 'yo hablo, tú escuchas, tú me respondes, yo te respondo, nos damos la mano y buen día tenga usted'. Y también creo en que a nadie le hace daño dar una opinión, ni querer lo mejor para él y los suyos. Siempre desde el respeto. Porque no somos animales. Que dicho sea de paso, nos dan mil vueltas en cuanto a comportamiento.

Así que, llegados hasta aquí, parece que no haya dicho nada, pero para mí lo he dicho todo. Porque no me hace falta hablar de política, ni de procesos, ni de referéndums, ni de papeletas, ni de pepinillos en vinagre. Que no os cuente nadie un cuento. Lo más importante. Seamos personas. Seamos educados. Seamos tolerantes. Seamos respetuosos. Seamos agradecidos. Seamos empáticos. Seamos sensibles. Seamos comprensivos. Seamos buenas personas. Que quizás no sea suficiente con ello. Seguro. Pero os puedo decir, estoy convencida, que es el principio para que esto funcione. No hay más.
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2 comentarios

  1. Leo este post y pienso... hay esperanza! Crecemos en el odio y la envidia, y es demasiado trsite. Es evidente que no vamos a ser íntimos amigos de todo el mundo, pero parece que hay gente dispuesta a sí ser enemiga íntima de todo aquél con quien no tiene simpatía! Y muchas veces por falta de EMPATÍA y por juzgar una apariencia o un acto puntual, sin tener ni idea de a quién tenemos delante, ni el mínimo interés en saberlo!
    Creo que la vida debe ser más sencilla, comparto 100% contigo el tema de los modales mínimos... y el vive y deja vivir!

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  2. la libertad termina cuando aplastamos al otro. El respecto se gana cada dia como en el matrimonio, pero aun asi hay relaciones que no funcionan siendo maravillosas personas y hay que separarse con respecto y seguir el camino para que estas sean felicices

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