5 motivos para escaparse a Narbonne

By Sonia Marnez - 23:25


Mi abuelo paterno era francés. De Carcassonne. Era cocinero. No lo conocí. Bueno, realmente sí, porque yo era muy pequeña cuando murió, aunque no lo recuerdo. No recuerdo nada de él; ni su aspecto, ni su voz... nada. únicamente sé de él lo que mi madre me ha contado en mis años de adolescencia, porque mi padre tampoco llegó a contarme mucho. No le dio mucho tiempo. El caso es que, será por genes, o no, Francia es un país al que siempre me he sentido muy unida. Adoro su cultura, su música, su arquitectura y su gastronomía. Y amo París, pero Francia es mucho más. Hay ciudades que son encantadoras y que vale la pena no perdérselas. Como Narbonne (Narbona), una ciudad y comuna francesa del departamento de Aude, en la región de Occitania, al sur del país, atravesada por el canal de la Robine, clasificado como patrimonio mundial de la humanidad por la Unesco desde 1996.

Se trata de una ciudad plagada de arte e historia, que una vez fue la conquista romana, es su asentamiento más antiguo de la Galia, a continuación, visigoda, fue durante mucho tiempo un importante centro religioso y una importante ciudad comercial durante la Edad Media. La ciudad romana más antigua de la actual Francia, capital de la provincia romana que tomaría su nombre: Galia Narbonesis. Hace unos meses pude visitar la ciudad y os voy a dar 5 motivos para hacerlo vosotros también.

1. Proximidad. 
Muchas veces pensamos que para descubrir lugares interesantes tenemos que cruzar medio mundo. Y realmente es cierto. Hay lugares maravillosos que no deberíamos perdernos, aunque para ir necesitamos tiempo y dinero. Pero cuando no disponemos de muchos días ni tampoco tenemos muchos ahorros para gastar, existen otras opciones bien cerquita de casa. Yo odio el avión. Desde hace unos años subirme a uno me cuesta la vida. Me da miedo y lo paso mal, aunque lo sobrellevo como puedo. Y si os pasa como a mí os encantará saber que ahora, gracias a la alta velocidad entre España y Francia, Renfe SNCF, podemos viajar en tren por el Sur de Francia hasta llegar a París: Carcassonne, Lyon, Marsella, Nimes, París, Toulouse, Perpignan, Narbonne, Béziers, Agde, Sète, Montpellier, Avignon, Aix-en-Provence y Valence.

Desde Barcelona tardé 2 horas en llegar a Narbonne; súper cómoda, sin tener que llegar a la estación dos horas antes, sin colas para facturar, sin pasar eternos controles, trabajando cómodamente durante el viaje y llegando a las estaciones de cada ciudad, mucho más céntricas de lo que suelen estar los aeropuertos. Como referencia, deciros que desde Barcelona y hasta París, el tren tarda 6 horas. Igual así, a priori, os parecerá una barbaridad. Pero pensad que el avión son más de dos horas y media, más el desplazamiento hasta el aeropuerto (yo lo tengo a casi una hora desde mi casa cuando hay tráfico denso), más las horas que tienes que llegar con antelación, la facturación de maletas, los controles, el poco espacio para moverte en el avión, las turbulencias... Y ya una vez en destino, la recogida de maletas, el traslado hasta la ciudad desde el aeropuerto... Os aseguro que, si os ponéis a contar, os van a salir casi las mismas horas "perdidas". Además, durante el trayecto en tren, si escogéis ventanilla, podéis ir disfrutando del paisaje, que es realmente precioso. También deciros que desde la web de Renfe SNCF podéis encontrar muchas ofertas en venta de billetes. Desde Barcelona, Narbonne es un destino perfecto para ir y volver en un día. Podéis coger un tren temprano y volver en el último del día, como yo hice. Os puedo decir que no resulta nada pesado. También os recomiendo, si podéis, viajar en Club Class, donde tendréis más intimidad y sillones ultramega cómodos.

2. Casco Antiguo
Como os decía, al cabo de 2 horas de viaje, que se me pasaron volando, llegué a Narbonne y pude visitar la ciudad, que es pequeña y se puede recorrer en unas horas, de la mano de un guía. Siempre le recomiendo a todo el que me pregunta que cuando se viaje a una ciudad, se contraten los servicios de un guía, que nos acompañe y nos cuente, no sólo lo que vemos, sino el motivo de las cosas: la historia de la ciudad, su organización política, su tipo de arquitectura... más allá de 'este es tal monumento o tal otro'. Al final, todo tiene una razón de ser y, para mí, es muy importante que me lo expliquen cuando visito un nuevo destino, ni que sea un día. También os voy a chivar que Narbonne no es una ciudad masificada e invadida por los turistas, así que es una gozada pasearla, sin agobios, sin turistas, sin ruido.

Una de mis partes favoritas de la ciudad es, sin duda, y como en muchas de las ciudades a las que viajo, el casco antiguo, que lo ocupa la 'Plaza del Hôtel de Ville' (ayuntamiento) y donde encontramos un trozo de calzada original de la antigua vía Domitia. Mi consejo es perderos entre las callejuelas, sentaros en alguna cafetería para tomar un rico café au lait y observar lo que sucede a vuestro alrededor. Es mi plan preferido.

3. Catedral
Siempre digo que no soy creyente pero los edificios religiosos, como iglesias y catedrales, me fascina, a nivel arquitectónico. Por eso, cuando hago turismo este tipo de construcciones siempre entran dentro de mis rutas. En Narbonne encontraréis la 'Catedral de Saint-Just y Saint-Pasteur', uno de los monumentos religiosos más bonitos del sur de Francia y el más visitado de la ciudad. Se comenzó a construir en 1272 y tras 83 años de obras se abandonó inacabada. El interior es espectacular, de estilo gótico, con preciosas vidrieras. La entrada es gratuita y el horario todos los días de 9:00 a 12:00 y de 14:00 a 18:00.

4. Canal y Mercado
En la ciudad se encuentra el 'Canal de la Robina', donde podréis dar un bonito paseo en barco. Es un antiguo paso del río Aude por el que se junta administrativamente al 'Canal du Midi', y que permite la conexión entre el Aude y el mar Mediterráneo. Es Patrimonio Mundial de la Unesco.

Otro de mis imprescindibles en cada ciudad que visito son los mercados locales. Me encanta perderme entre las paraditas y puestecitos de frutas, verdura, pescados, quesos... Por eso otra de las paradas obligatorias es el mercado cubierto 'Les Halles', que acoge más de 70 comercios alimentarios: pasteleros, carniceros, charcuteros, especialistas en comida preparada, pescateros, fruteros, verduleros… y abre todos los días del año de 7 a 13 horas. También encontrareis puestos de comida y pequeños restaurantes.

5. Gastronomía
Y hablando de restaurantes, no podéis marcharos de Narbonne si comer en el mejor buffet en el que yo he estado jamás, 'Les Grands Buffets', uno de los mejores restaurantes de toda Francia y el segundo restaurante tipo buffet más grande del país. Seguro que la gran mayoría (yo incluida) tenemos la idea de un buffet como lugar no muy elegante, sin grandes lujos (manteles y servilletas de papel), en el que probar diferentes platos de comida en gran cantidad, pero de poca calidad.

Cuando entras en 'Les Grands Buffets' esa concepción se derrumba totalmente, porque se trata de un restaurante precioso, en el que las mesas están puestas con la mejor mantelería, la mejor cubertería y la mejor cristalería, y una calidad que han reconocido hasta chefs con estrellas Michelín. Se trata de una empresa familiar local, preocupada de ofrecer lo mejor de lo mejor a sus clientes.

La sala principal está finamente decorada al estilo bistró francés y contrasta con el exclusivo jardín decorado por Hervé Di Rosa al estilo tiki, en el que también se puede comer, cuando el tiempo lo permite. Podemos encontrar también una zona de juego para niños. Además, cuenta con un reservado que puede solicitarse sin pagar ningún extra, sólo dependiendo de la disponibilidad. Os diré como curiosidades que las cocinas del restaurante tienen obras de arte para hacer más amena la labor del personal y que su sistema de limpieza es igual al de un quirófano.

Abren todos los días del año, menos un par, y tenéis que reservar porque si no corréis el riesgo de quedaros sin mesa. El precio es fijo, de 32,90 euros más lo que tomes para beber. Mi súper consejo es que vayáis con tiempo, porque os pasará como a mí, y cuando entréis os entrará un agobio enorme de ver tantas cosas ricas. Yo no sabía por donde empezar. Así que mi táctica es que estéis tranquilos y relajados y probéis un poquito de todo lo que os apetezca. Si tardáis cuatro horas, no importa. No hay prisa.

En cuanto a la comida, tenéis de todo y más, y buenísimo. También opciones para vegetarianos, veganos e intolerantes. Todo de la mejor calidad. Hasta langosta cocinada al momento podréis degustar. Y atención a los amantes del queso porque, literalmente, moriréis con su espacio de quesos con más de 50 variedades, que podréis acompañar con los diferentes tipos de panes de su propio buffet de pan, y su zona de mermeladas y confituras. También tendréis un espacio con seis variedades de foie gras de un artesano de Occitania; embutidos; ensaladas; marisco de todo tipo (ostras de la zona de Montpellier, mejillones, langostinos, cangrejos, gambas y caracoles de mar, salmón ahumado...); un asador, donde os cocinarán al momento entrecots, tournedó, costillas, magret de pato, langosta y bogavante; acompañamientos varios... En total unos 300 platos tradicionales franceses. Y ya, para acabar de morir de placer gastronómico, el espacio más dulce, con más de 100 postres de todo tipo: fuentes de fruta y chocolate, pasteles, éclairs, macarons, mousses, tartaletas... todo tan rico y tan apetecible. Os juro que os vais a agobiar de tanta cosa buena.

Todas estas maravillas se acompañan de una excelente carta de vinos con más de 70 referencias que pueden pedirse también por copa, a precios realmente económicos, a precio de bodega, con el objetivo de promocionar los vinos locales.

No os podéis perder Narbonne. Os acordaréis de mí.

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2 comentarios

  1. Llevo tiempo con ganas de ir, parece una ciudad fabulosa ¡y está aquí mismo!
    Me han maravillado tus fotos

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    1. ¡Muuchas gracias guapa! Te lo recomiendo muchísimo, ya me contarás :-)

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