Bien sabe el Universo que adoro los tacones, Desde siempre. La vida subida a unos buenos taconazos siempre la he visto mejor. Sin embargo, ahora me cuesta aguantar con ellos más de dos horas seguidas, y la verdad, no estoy dispuesta a sacrificar a mis pies. Lo de 'para presumir hay que sufrir' no va conmigo.
La primera vez que estuve en Nueva York aprendí algo crucial de las neoyorquinas. Las veía caminando por las calles, con sus trajes de americana y chaqueta, maquilladas, café de Starbucks en mano... ¡y con zapatillas de deporte!. Así a primera vista choca. Pero ya en aquellos años atrás entendí que era la mejor manera de ir con tacones todo el día sin que te tengan que cortar un pie al llegar a casa. En los trayectos llevaban las zapatillas de deporte y al llegar al trabajo se ponían los tacones. Lo mismo cuando salían. Y yo lo adquirí; adquirí ese hábito, aunque lo perfeccioné. Porque las zapatillas no resultan muy cool con un look arreglado. Así que, desde hace algún tiempo, y desde que las descubrí, soy fan y asidua de las bailarinas plegables.
La primera vez que estuve en Nueva York aprendí algo crucial de las neoyorquinas. Las veía caminando por las calles, con sus trajes de americana y chaqueta, maquilladas, café de Starbucks en mano... ¡y con zapatillas de deporte!. Así a primera vista choca. Pero ya en aquellos años atrás entendí que era la mejor manera de ir con tacones todo el día sin que te tengan que cortar un pie al llegar a casa. En los trayectos llevaban las zapatillas de deporte y al llegar al trabajo se ponían los tacones. Lo mismo cuando salían. Y yo lo adquirí; adquirí ese hábito, aunque lo perfeccioné. Porque las zapatillas no resultan muy cool con un look arreglado. Así que, desde hace algún tiempo, y desde que las descubrí, soy fan y asidua de las bailarinas plegables.